sábado, 12 de junio de 2021

Juan Antonio Rangel

 El militar de mayor grado académico en la batalla de Carabobo.


Homenaje en su 232 aniversario de su nacimiento y en el bicentenario de la Batalla de Carabobo.


Por: Luis Alberto Ramírez Méndez.

En la actual Venezuela, convulsionada por numerosos excesos e irregularidades contra el orden institucional, el desconocimiento del principio de la autoridad y la solemnidad que son depositarias las entidades representativas y estamentales de la vida republicana entre los cuales resaltan los militares que han sido galardonados de forma inmerecida con muchas insignias, con muchos soles con la única pretensión de mostrarse ante el cuerpo castrense y ante la colectividad con los mayores atributos que puede tener un militar como son los de la valentía y de haber defendido la patria, la familia y la nación, eventos de los que nunca han sido protagonistas. En medio de esta vorágine de ilegitimidad es necesario resaltar a aquellos que formaron esta nación y en realidad ofrendaron su vida para consolidar esta república que no tiene otro nombre que Venezuela, como es el caso del emeritense Juan Antonio Rangel Becerra, cuya brillante carrera militar ha atraído la atención de varios estudiosos como lo han sido Ramón Aizpurúa[1], Tulio Febres Cordero[2], Vicente Dávila[3], Roberto Picón Parra[4], Héctor Bencomo Barrios[5] y Omar Alberto Pérez, quien solo se limita a copiar a Tulio Febres Cordero, en un resumen publicado por la Fundación Polar[6].


Juan Antonio Rangel Becerra, hijo de Juan José Rangel, quien en su testamento se declara hijo natural de María Gregoria Rangel con lo cual se desmiente lo sostenido por Vicente Dávila quien afirma que era descendiente de los nobles Rangel de Cuellar[7], al situarlo como nieto del maestro don Clemente Rangel y de la misma forma también se rechaza la afirmación que ostentase el título de don, era parte del pueblo, de los blancos de estado llano, su madre era María Nicolasa Becerra, hija de José Becerra Morillo e Isabel María Santiago, es probable que disfrutasen de una posición económica con cierta holgura, su casa se situaba en la esquina que hace intersección entre la calle de San Agustín (Av. 3 Independencia) y posterior a la manzana de la plaza mayor, que después de la independencia se llamaría Sucre, pero a partir de 1888 se le denominó Rangel (Calle 24), donde actualmente se sitúa una conocida tienda denominada “El Tijerazo”. Es necesario puntualizar que esa antigua casona fue demolida contrariando las protestas de la colectividad hacia finales de los noventa del siglo XX y en sus paredes se habían colocado dos placas una sobre mármol y otra en bronce que recordaban que en aquel sitio debería ser recordado porque en el interior de aquellas paredes había nacido en 1789 Juan Antonio Rangel Becerra. De su fecha de nacimiento, según la tradición familiar se afirma que fue el 13 de junio, como lo relata Tulio Febres Cordero, quien refiere que así lo sostenía su nieto el entonces Presidente del Estado Soberano Los Andes, el Dr. Carlos Rangel Garviras[8], por lo cual se mantenido esta como valedera debido que en su bautismo se realizó el 21 de julio de 1789[9].

La familia Rangel Becerra se conformó en la Mérida ilustrada, influenciada notablemente por las corrientes de pensamiento que auspiciaban la educación en la población, especialmente en los sectores privilegiados como lo eran los blancos aunque fueran del estado llano, como ocurrió con Juan Antonio, quien probablemente cursara sus estudios de primeras letras en el colegio de los dominicos y en 1800 a sus 11 años se matriculó en el recién creado Colegio Seminario de San Buenaventura de los Caballeros de Mérida, establecido en 1785, por fray Juan Ramos de Lora, primer obispo de Mérida de Maracaibo, para cursar estudios de latinidad, institución que quedaba apenas a cuadra y media de su casa. Cinco años más tarde fue admitido para cursar filosofía, estudios que culminó con éxito al obtener su bachillerato el 24 de octubre de 1808 y el de licenciado en Filosofía y Letras el 8 de septiembre de 1809 y sucesivamente el de maestro el 24 del mismo mes y año, lo cual es de destacar al considerar que el graduado apenas contaba 20 años de edad[10].

Ciertamente, la ascendente carrera de los Rangel Becerra, se elevaba en la escala del honor y reconocimiento social, como era una norma establecida en aquella sociedad, uno el ámbito intelectual[11] y otra en el religioso en donde su hermana Juana Rangel y Becerra alcanzaría un sitial privilegiado al convertirse en la primera beneficiaria de las niñas de estado llano que obtuvo una dote de la Obra Pía del Dr. Marcelino Rangel, en el sorteo realizado en 1806. Para entonces, ya había ingresado a la clausura del monasterio de Santa Clara, y profesó el 1° de octubre de ese año, contando 18 años[12], en cuya ceremonia se entabló la discusión entre el Obispo Hernández Milanés y la abadesa del sacratísimo convento de Santa Clara por la reforma monacal que restablecía la olla común en oposición a la comida particular de las religiosas[13]. En 1806, su padre extendió poder al Dr. José Malo para que se le cancelara el caudal de su dote[14].

Al finalizar la primera década del siglo XIX, Juan Antonio era parte del grupo selecto de los colegiales que había egresado del Real Colegio Seminario de los Caballeros de Mérida, su futuro era muy prometedor porque era uno de los pocos profesionales en aquella ciudad que experimentaba rápidos y profundos cambios que se acelerarían a partir de 1810 con la ruptura del nexo colonial que sacudió los cimientos de la sociedad emeritense y que trastocaría el orden tanto jurídico como político de aquella urbe situada entre montañas. Aquellos inesperados cambios se iniciaron con el establecimiento de la Junta Conservadora de los derechos de Fernando VII, la que fue el preludio a la declaración de independencia en 1811, a la cual adhirieron los emeritenses, circunstancia que motivo su asedio militar como una reacción inmediata de los partidarios reales, cuyas tropas avanzaron desde Maracaibo que se mantuvo “muy leal” al Rey de España.

Actualmente la mayoría de los emeritenses desconocen que el auténtico teatro de las acciones bélicas se escenificaron en el valle del Mocotíes y en el valle de Chama, y era lógico que así fuera porque la principal vía de acceso a la ciudad estaba constituida por la vía fluvial del río Escalante, en cuya orilla se había construido el camino también llamado de Escalante que conectaba con Bailadores y la Puebla de Nuestra Señora de Regla de Bailadores, desde ese punto hasta el último vado del Mocotíes (Actual Santa Cruz de Mora), allí se elevaba hasta la Macana para salir al sitio de La Mesa de las Palmas y luego se continuaba hasta la hacienda de Estanques, seguía el camino por San Pablo y después hasta Puente Real, en donde se había construido un puente a finales del siglo XVII, que era la llave de estrada a Mérida. Otra vía se extendía desde San Carlos del Zulia, hasta los Cañitos, desde allí a Onia y luego a la Puebla de Nuestra Señora de Regla de Bailadores e interconectaba con el expresado camino real. Ambos caminos se continuaban navegando sobre las aguas del río Escalante hasta llegar al Lago sobre cuyas corrientes se transportaban hasta Maracaibo. La otra vía se iniciaba en el puerto de Moporo en el estado Trujillo dese allí conducía a Escuque y luego se remontaban hasta Timotes, se continuaba hasta el Águila, desde allí a Mucuchíes y finalmente a Mérida.

En ese escenario geográfico es comprensible que las fuerzas militares enviadas desde Maracaibo se transportaran por la vía lacustre y se remontaran sobre el río Escalante hasta San Carlos de Zulia y luego hasta el puerto de Escalante y desde allí por vía terrestre hasta llegar a Bailadores, de hecho la primera avanzada enviada para someter a Mérida fueron las fuerzas realistas integradas por 300 hombres comandados por el canario José Yánez quienes ocuparon Mérida y apresaron a los más connotados patriotas, los remitió a Maracaibo y desde allí Millares los encarceló en las bóvedas del castillo de Puerto Cabello. Entre otros desafortunados sucesos, se refiere que, en 1812, Bailadores estaba gobernada por el comandante Francisco Yépez que la dirigía desde La Grita y mantenía una avanzada en Murmuquena a las órdenes del alférez Agustín Álvarez, en donde el 19 de mayo hubo una acción militar en la que fueron derrotados los patriotas, quienes huyeron al páramo de Mariño y luego abandonaron Bailadores[15], cuyo poblado fue incendiado y la mayor parte de sus casas fueron calcinadas[16].

Entre tanto a finales de aquel año, en 11 de octubre de 1812, el maestro Juan Antonio Rangel Becerra contrajo matrimonio con Rosalía Pacheco, hija legítima de Juan de los Santos Pacheco y doña Rosa Valero[17], vecinos de Mucurubá, su cuñada María Ana Pacheco Valero había casado con José Bernardino Moreno González, vecino de Jajó en Trujillo[18], lo cual explica por qué su matrimonio se efectuó allá, también hay que considerar que apenas hacía unos meses en que se había ocurrido el temible sismo del 25 de marzo que arruinó a Mérida causando por lo menos 100 fallecidos.

Posteriormente, en mayo de 1813, Mérida fue ocupada por un regimiento de 1000 hombres dirigidos por Correa, quien invadió Bailadores, pero ante la inminente llegada de Bolívar se retiró a Maracaibo por Betijoque. El Libertador ingresó por el puerto y camino de Escalante hasta Bailadores y avanzó hacia Mérida durante la “Campaña Admirable”[19]. En junio el joven maestro en filosofía fue despachado para Barinas, como integrante de un escuadrón enviado por el gobernador de Mérida para apoyar a don Manuel Antonio Pulido, quien estaba amenazado por considerables fuerzas bajo las órdenes de José Yáñez, las que estaban apostadas en San Fernando de Apure. A mediados de octubre de aquel año, la situación se hizo insostenible y entonces Pulido evacuó la Provincia de Barinas y marchó hacia San Carlos, uniéndose a la avanzada de Bolívar. Entretanto Rangel retornó a Mérida acompañado con algunos de los emigrados[20].

En agosto de ese año, después de haber transcurrido tres meses de haber salido el libertador de Bailadores, hubo una fuerte reacción realista comandada por un “tal Contreras” como lo denomina Jáuregui, quien apoyado desde Maracaibo por el gobernador Millares, logró reunir un contingente de 1000 hombres y se apoderó de la Puebla de Nuestra Señora de la Regla (Tovar). En los días siguientes, Contreras ocupó Chiguará,[21]. Esas noticias fueron conocidas en Mérida, donde Juan de Dios Picón era jefe del ejecutivo y solo contaba con 100 hombres por cuya razón decidió retirarse hacía el páramo y se acantonó en Mucurubá. Después de ese abandono y ante el vacío de poder, el coronel Juan Antonio Paredes asumió el mando militar de la provincia y en los días siguientes logró reunir un contingente integrado por 200 hombres, con cuya fuerza ocupó Lagunillas, y durante los meses de septiembre y octubre hubo varias escaramuzas entre ambos contendientes. A mediados de octubre, el coronel Paredes regresó a Mérida y procedió a alistar a 500 hombres, entre los que se hallaba dos jóvenes que tendrían significativa importancia en el devenir histórico de la república el joven Juan Antonio Rangel Becerra y un desconocido oficial llamado José Antonio Páez[22], quienes en esa campaña forjarían una amistad que los uniría hasta la muerte[23].

El coronel Paredes dirigió a ese contingente con la determinación de rendir a los monárquicos acantonados en Chiguará. Con ese propósito Paredes se trasladó a Lagunillas, adonde llegó el 5 de diciembre y decidió atacar esa misma noche, con esa finalidad procedió a desplegar su fuerza en dos alas y asaltó por sorpresa a los realistas dirigidos por Contreras en las inmediaciones de Chiguará. El combate se prolongó por algunas horas, al cabo de las cuales los realistas comenzaron a huir, lo cual fue aprovechado por Paredes, quien arremetió con mayor fuerza hasta que los derrotó, quedando en el campo 12 muertos, 80 heridos y 200 prisioneros[24]. Después de esa derrota, los chiguaráes abandonaron el pueblo y se retiraron a las montañas de Buenavista, distantes a 15 km. del mismo y cuando el coronel Paredes ingresó al caserío lo halló desierto y de inmediato ordenó incendiar las edificaciones, de cuyo fuego no quedó en pie ninguna edificación a excepción de la iglesia, pues las casas eran de paja lucateva, al mismo tiempo ejecutaron a algunos presos[25].

Después de esos eventos, tanto Juan Antonio como José Antonio retornaron a Mérida y permanecieron en ella hasta 1814, mientras Rangel procedió a organizar un escuadrón de caballería, José Antonio Páez se había trasladado a Barinas en donde soportaron el asedio de los realistas comandados por Remigio Ramos y Antonio Puig, por cuya razón decidieron abandonar esa ciudad, dirigidos por el coronel Ramón García de la Sena, al llegar a la población de Las Piedras, el grupo se dividió, la caballería y unos 100 hombres de infantería se dirigieron a Mérida, capitaneados por José Antonio Páez, los restantes siguieron con García de la Sena con rumbo a Barquisimeto.

La inesperada llegada de aquel piquete de caballería fue un de gran ayuda al Maestro Rangel, pues su escuadrón carecía de formación, en consecuencia, Páez asumió la jefatura del mismo y a mediados de febrero el comandante realista Aniceto Matute fue doblegado por los fusileros de Conde en el pueblo de Estanques, y el 18 del mismo mes sufrió los rigores de las cargas de los lanceros de Antonio Rangel[26].

En septiembre de ese año, la caída de la segunda república obligó a la emigración de numerosos patriotas escapando de las hordas de José Tomás Boves, José Yanes, José Ceballos y Sebastián de la Calzada, unos lo hicieron con destino a oriente guiados por Bolívar y otros con destino a occidente siguiendo a Rafael Urdaneta quien se dirigió hacia la Nueva Granada, perseguidos y asediados por Sebastián de la Calzada, quien logró ocupar Trujillo y avanzó hacia Mérida, en donde, el 7 de septiembre derrotó al marabino en Mucuchíes y ocupó la ciudad de las cumbres eternas[27]​. Esa acción obligó a Urdaneta a continuar hacia la Nueva Granada, el marabino fue seguido por unos mil combatientes sobrevivientes de la destrucción de los ejércitos que la patria, a quienes se unieron los emeritenses entre los que se hallaba Juan Antonio Rangel y el llanero José Antonio Páez, quienes iniciaron su hégira con destino a los llanos del Casanare y del Meta[28].

El año 1815, en aquellas planicies se formó un frente republicano comandado por José Antonio Páez, Miguel Antonio Vázquez y Juan Antonio Rangel, quienes se incorporaron al regimiento de caballería procedente de Barinas regido por Francisco de Olmedilla, esas tropas dependían del coronel Fernando Serrano, comandante general de la provincia[29]. Las hostilidades continuaron en los llanos y a aquella concentración de los emigrados patriotas se les sumaron otros refugiados procedentes de la Nueva Granada, comandados por Manuel Briceño Pacheco quien el 29 de enero de ese año dirigió el combate en Guasdualito y obtuvieron una resonante victoria.

Días después, el 31 de octubre capitaneados por Joaquín Ricaurte, alcanzaron la victoria en contra del comandante Sebastián de la Calzada en Chire con la especial participación de Páez y Rangel. Como resultado de esa acción bélica pudieron avanzar hasta Guasdualito, pero las condiciones climáticas no les fueron favorables para permanecer en aquella población. Por esa razón, los compañeros de siempre Juan Antonio Rangel y José Antonio Páez se mantuvieron unidos y avanzaron hacia el río Apure y lograron el resonante triunfo de la Mata de la Miel, que iniciaría la leyenda del caudillo llanero y nuevamente ambos salieron triunfadores en El Mantecal desde donde avanzaron y ocuparon Achaguas[30].

En 1816, después que el pacificador Pablo Morillo sojuzgó a sangre y fuego la Nueva Granada, numerosos patriotas se retiraron hacia los llanos orientales, es decir al Casanare y Meta y desde allí se trasladaron a Arauca, eran varios escuadrones procedentes de Bogotá y Popayán confiados en la dirección de Francisco de Paula Santander quienes se unieron a los venezolanos en Apure[31]. La presencia de esos destacados militares determinó que se estableciera un gobierno que permitiera la unidad y eficacia de los esfuerzos comunes y facilitara su organización. Ese gobierno fue instaurado el 16 de julio de ese año en Arauca, lo cual fue decidido por una junta militar que designó al teniente coronel Fernando Serrano presidente presidente del Estado; mientras que a Francisco Javier Yánez fue nombrado secretario, y como comandante general del ejército fue escogido el coronel Francisco de Paula Santander, entre tanto los generales Rafael Urdaneta y Manuel Serviez asumieron su investidura de consejeros de estado[32].

Después de haberse efectuado esa organización surgieron numerosas quejas motivadas por la actitud displicente de Santander quien estaba poco atento a los reclamos de la tropa, en especial en lo relativo a los suministros y alimentos, por cuya razón se le exigía que se trasladasen a otro sitio en donde el ganado pudiera pastar, a lo cual se había sido rehusado Santander. En esos momentos, el entonces teniente Juan Antonio Rangel le reiteró a Santander las solicitudes de la tropa, lo cual fue respondido por el neogranadino con “apatía”, originando la molestia general entre los subalternos y los superiores. La aptitud del coronel Rangel fue considerada por Santander como “impropia de un subalterno y tanto por orgullo como por espíritu de contradicción insistió en las medidas que por ignorancia había adoptado desde un principio”. En consecuencia los superiores militares se reunieron en una junta a la que asistieron los coroneles Juan Antonio Paredes, Fernando Figueredo; los tenientes coroneles José María Carreño, Miguel Antonio Vásquez, Domingo Meza, sargento mayor Francisco Conde y el capitán Antonio Rangel en la cual se analizaron esas disputas por lo cual el coronel Rangel decidió deponer a Santander, quien a juicio de O`Leary se desempeñaba “con más terquedad que lustre en que daba conocer más indolencia que habilidad”[33].

La opinión de O`Leary es desmentida por el propio Santander, quien atribuye la revuelta en su contra a la tradicional enemistad entre granadinos y venezolanos, la cual había sido fomentada desde 1815, a raíz de la capitulación de Cartagena de Indias. Santander refiere que nunca quiso asumir la comandancia pero que mediante votación secreta fue designado por los mandos militares y considerando esas diferencias rechazó ese nombramiento, pero aún con esas observaciones debió asumir ese cargo. El cucuteño explicó que dos meses después de su nombramiento tres escuadrones se le rebelaron y según su versión “yo lo impedí presentándome con mi espada en la junta de oficiales que estaban disponiendo el modo de verificarlo y después frente a dichos escuadrones”; pero Santander reconoce que después de haber ocurrido ese motín “yo no debería continuar mandando unos hombres propensos a la rebelión y en un país que se creía deshonroso que un granadino mandase a venezolanos” [34], en su relato no menciona al coronel Rangel.

En ese caso es posible conocer el carácter de Juan Antonio Rangel, que indudablemente era un hombre formado académicamente, valeroso, que ya había adquirido diciplina y entrenamiento militar en más de 5 años de actividades bélicas y que evidentemente contaba con ascendencia en la tropa, por cuya razón pudo asumir el rol directriz en la deposición de Santander, quien indudablemente había fallado en la dirección de la unidad. Asimismo, tampoco es descartable la explicación de Santander de la rivalidad y las diferencias existentes entre neogranadinos y venezolanos que constantemente se presentaron, se mantuvieron hasta ser la causa de la disolución de la Gran Colombia. A juicio de Vicente Dávila, en esa rebelión “si justifica el proceder violento de Rangel y compañeros y pone de relieve, una vez más, la rebeldía ingénita del caudillo a toda autoridad” [35]. En opinión de Bencomo Barrios, en esos acontecimientos político militares Antonio Rangel “no fue un simple espectador de los mismos, sino parte activa del aquel acto de fuerza que al situar a a Páez en posición tan encumbrada, ponía remedio a la situación anómala que se había creado en Apure, además el sistema político resultante fue determinante del nacimiento del ejército de Apure”, en el cual tanto Rangel como Páez obtendrían ascensos, poder y fama militar[36].

Después de ocurrido ese incidente, el 16 de septiembre de 1816 el mando civil y militar fue asumido por José Antonio Páez y a partir de esa designación se iniciaron las acciones militares de los Antonios. Entre otros hechos realizados por ambos, se refiere que en junio de ese año Rangel al mando de 150 hombres ocupó el poblado de Achaguas, pero fue repelido por el sorpresivo ataque del presbítero y coronel Torrellas. Sucesivamente obtuvo la victoria del hato de El Yagual por la cual fue ascendido al rango de coronel. Tanto Páez como Rangel tomaron San Fernando de Apure y San Jaime.

En 1817, los Antonios se enfrentaron a Miguel de la Torre quien comandaba 3000 infantes castellanos y otras 1700 caballerías capitaneadas por Remigio Ramos. quien había sido oficial de Boves en Mucuritas, en cuyo combate Juan Antonio Rangel estuvo al frente de los lanceros y atraparon a los realistas con una estratagema conocida en la historia venezolana con el lema de “vuelvan caras”. Después los Antonios marcharon y ocuparon Barinas, sucesivamente Juan Antonio Rangel sometió a los realistas en Nutrias al rendir a José Manuel Aldama.

En 1818, la avanzada llanera comandada por Juan Antonio Rangel tomaría San Carlos y a orillas del río Cojedes se escenificó una batalla en donde los lanceros destrozaron la caballería realista, luego retrocedió hasta Nutrias y atacó a “un pequeño cuerpo que por occidente había penetrado hasta Nutrias fue sorprendido y despedazado por el coronel Rangel” [37]. En ese año después del triunfo de la Queseras del Medio, Bolívar le ordenó al coronel Rangel que procediera a perseguir a las huestes realistas que se hallaban en retirada, las cuales fueron reducidas en el Trapiche de Alejo el 10 de abril de ese año.

Después de esas acciones, Páez comunicaría a Rangel de los planes de Bolívar de invadir Nueva Granada por el Casanare cuya decisión fue apoyada por emeritense. Aunque la aprobación de la campaña de Boyacá fue notificada mediante unos pliegos que trasladó el coronel Jacinto Lara y después de su lectura se procedió a la convocatoria de una junta de oficiales que fue celebrada el 23 de mayo de 1819. integrada por Anzoátegui, Torres, Soublette, Rangel, Iribarren, Briceño Méndez, Carrillo, Rook, Plaza y Manrique, en la cual se aprobó la invasión a la Nueva Granada[38]. Ese acuerdo enfrentaba la reticencia de Páez, por esa razón, los signatarios consideraron que el indicado para comunicarle lo aprobado a José Antonio debería ser su incondicional amigo Juan Antonio, por esa razón fue comisionado para notificarle y con ese propósito se trasladó a Guasdualito y gracias a su mediación Páez aceptó incorporarse a la difícil campaña. Aunque un incidente ocasionado por la caída de un caballo le impediría a Rangel marchar en esa movilización[39], sus compañeros ascenderían hasta los frigidísimos páramos de Cundinamarca en donde alcanzarían la victoria en Boyacá y la toma definitiva de Santa Fe de Bogotá, en la cual los llaneros tuvieron un papel determinante.

En 1820, después del triunfo de Boyacá, Rangel y Páez retornaron al Casanare en donde se mantuvieron activos en varias acciones, bajo los mandatos directos de Bolívar. El primero de los mismos fue emitido el 31 de enero, mediante el cual el libertador ordenó a Rangel trasladar diez mil reses desde Casanare hasta Cúcuta. Días después el 17 de febrero el Libertador le indicó que sí en alguna forma los realistas ocuparan Cúcuta, le autorizaba para que acompañado con la tropa que a su mando pudiera reunir en Casanare y con alguna infantería que debería solicitar al general Páez acosara a los monárquicos por la vía de San Josecito y lo autoriza para que aprendiese y enviase al cuartel general a los jefes políticos y militares que se opusieren al cumplimiento de sus órdenes, lo cual es notable porque en pocas ocasiones Bolívar concedió una autoridad tan amplia, y solo lo hizo a jefes de su entera confianza, por lo cual Rangel era uno de ellos[40].

Esas órdenes fueron cumplidas y en agosto de ese año el coronel Rangel se había apoderado del nororiente de la Nueva Granada, comandando la 2ª Brigada de la Guardia, que se hallaba bajo la dirección del general Rafael Urdaneta[41]. En el desempeño de esas comisiones por el coronel Rangel, en las que al parecer hubo excesos a pesar de su buena disposición para defender su gente, hubo objeciones expresadas por el recién nombrado vicepresidente de la republica el general Francisco de Paula Santander, quien elevó sus observaciones ante el libertador expresando “las muchas quejas que había recibido en contra de Rangel”, responsabilizándolo de supuestos abusos en perjuicio de los “infelices labradores” y describe algunos hechos con los cuales trata de probar los “desmanes de Rangel” y afirma “ esto mi general es insufrible y tal conducta no quiere decir otra cosa sino que la República es de cuatro malvados aduladores, que a título de guapos quieren obtener toda especie de autorización para robar”. Además, expuso que esos “desmanes” se cometían sin la posibilidad de denunciar a los responsables porque en cualquier oportunidad los denunciantes se exponían a que “a la vuelta de una mata" el denunciante es asesinado”. Es muy probable que Santander recordara el episodio en el que Rangel lo desalojó del poder en Trinidad de Arichuna y tal vez quiso pasar factura de lo ocurrido. En la respuesta del Libertador se manifestó el aprecio con que había distinguido al coronel Rangel y entre otras cosas justifica la actuación de Juan Antonio por la falta de caballos, debido a que se los habían robado en Casanare y reitera que sin “el valor de Rangel y de sus compañeros, no vivirían muchos ilustres patriotas. Ahora mismo, con sus defectos, Rangel nos está sirviendo y pronto nos servirá mucho más[42].

A finales de 1819, el mariscal de campo Miguel de la Torre era el jefe civil y militar realista en Mérida y amenazaba con invadir a Nueva Granada. Con la finalidad de neutralizar esa ofensiva realista que también se oponía desde Apure, se había enviado al Ejército Libertador que comandaba José María Barreiro quien había participado en Boyacá, cuyas tropas se reunieron con las capitaneadas por el coronel Rangel cuyas fuerzas tenían la finalidad de someter a los monárquicos. En esa fecha Bolívar avanzaba hacia Venezuela e ingresó por Cúcuta desde allí siguió a San Cristóbal adonde llegó el 23 de septiembre acompañado por sus batallones, a cuyos efectivos se sumaron los comandados por el coronel Juan Antonio Rangel y juntos continuaron hacia Mérida

Por su parte, el comando realista dirigido por el General Miguel de la Torre quien se hallaba en Mérida, ordenó al coronel Juan Tello que resguardara el valle del Mocotíes, por cuya razón Tello movilizó los escuadrones Navarra, compuesto por españoles; Barinas por venezolanos; el Tambo por granadinos y otros efectivos que se acantonaron en la Puebla de Nuestra Señora de La Regla (Tovar)[43]. Esas milicias se enteraron que Bolívar, avanzaba desde Nueva Granada al frente de 1500 hombres, por cuya razón fueron víctimas del pánico y decidieron huir por la vía del páramo, por lo cual no hubo resistencia y el 28 de septiembre la 2ª Brigada de la Guardia acampó en la casa de la hacienda Estanques, aunque un día antes el coronel Rangel se había adelantado comandando los cazadores del Vencedor y 30 carabineros para reconocer el estratégico paso del Puente Real, el cual había sido fortificado por los realistas haciéndolo inaccesible, al emplazar trincheras en un desfiladero cercano a ese puente, las que estaban resguardadas por 100 hombres. Con el propósito de desalojar a los monárquicos “el coronel Rangel mandó 25 cazadores que se divirtieran por el frente al enemigo, mientras él con el resto de la compañía a las órdenes del capitán Morillo la forzaba por un flanco”. Esa estrategia dio excelente resultado porque solo bastó una carga para que “fuese vergonzosamente abandonada perdiendo los nuestros un soldado”[44]. Esa acción permitió que Bolívar avanzara hasta Mérida, el 2 de octubre de 1820, escoltado por los batallones Vencedores, Granaderos, Rifleros y Tiradores, adonde llegó ese mismo día y se hospedó en la casa del coronel Rangel cuya familia le esperaban para agasajarlo.

Esas acciones militares motivaron la inmediata la salida de los realistas de Mérida, quienes desertaron hacia Mucuhíes, y en su huida fueron perseguidos por el coronel Rangel, apoyado por 40 hombres de caballería. El 3 de octubre fueron emboscados en el páramo, en cuyo combate fallecieron 4 oficiales y 6 soldados. Asimismo, el obispo Lasso de la Vega, quien también fungía como “caudillo y proveedor de esta división” también huyó de la ciudad, logró llegar a Moporo y embarcarse para Maracaibo, pero su equipaje fue decomisado y entregado en la catedral de Mérida[45].

Bolívar salió de Mérida con destino a Trujillo el 4 de octubre de 1820, en aquella jurisdicción firmaría el tratado de regularización de la guerra con el general Pablo Morillo, mientras Rangel regresó a la ciudad de las cumbres nevadas y asumió la jefatura civil y militar de la misma, cargó que ejerció hasta el 2 de marzo de 1821, cuando recibió la orden de trasladarse a Barinas y ocupar nuevamente de la jefatura de la 2ª Brigada de la Guardia y también se le notificó que debería proseguir hasta Barquisimeto, en donde relevó en el mando al general Rafael Urdaneta porque éste se hallaba enfermo. La concentración militar se completaría con la agregación de los batallones Boyacá, Tunja y Vargas. De ese modo los coroneles Plaza, Cedeño, Paredes, Muñoz, Camejo y otros combatieron en Carabobo, en cuya batalla se destacó emeritense al extremo que en opinión del Libertador afirmó que “como siempre hizo prodigios” y luego avanzó en persecución de los realistas que se dirigieron a Puerto Cabello[46].

Dos semanas después de aquella épica batalla, el 13 de julio fue nombrado Gobernador y Comandante General del Departamento de Occidente, cargo que asumió, por lo cual se entrevistó con el coronel monárquico Pedro Luis Inchauspe, con la finalidad de tratar su rendición en El Pedregal (Falcón). Desde allí se dirigió a Maracaibo, en donde se entrevistó con Bolívar y en ese puerto enfermó de “fiebre”, tal vez tuberculosis, o tifo, la cual le llevó al sepulcro el 24 de septiembre de 1821.

Juan Antonio Rangel Becerra fue el militar con el mayor grado académico que combatió en Carabobo, en sus cortos 32 años solo se dedicó a estudiar y a desplegar las acciones militares que lo convirtieron en un héroe de la naciente república. Los emeritenses han rendido honores póstumos al letrado-militar con la erección de un busto de bronce instalado en la plaza de El Llano de la ciudad de Mérida; la calle 24 lleva su apellido y el Municipio cuya cabecera era Mucuchíes fue nombrado Rangel, en cuya localidad se erigió otro busto en 1902, cuyo costo fue sufragado por los habitantes de aquella población. Que diferencia aquellos tiempos con los que hoy vivimos, que diferencia entre los militares de aquella época con los que hoy tiene la república.


[1] Aizpurúa Ramón, “Antonio Rangel”, Aizpurúa Ramón, Hombres notables de Hispanoamérica. Caracas. Imprenta Nacional, 1877. T. I. pp. 472-474.


[2] Febres Cordero Tulio, Rectificaciones históricas, natalicio y doctorado del coronel Rangel, Febres Cordero Tulio, Obras Completas. Bogotá. Editorial Antares, 1960. T. II. pp. 301-310.


[3] Dávila Vicente, Próceres merideños. Caracas. Imprenta Nacional, 1970 pp. 67-87.


[4] Picón Parra Roberto, Fundadores, primeros moradores y familias coloniales de Mérida. Caracas. Academia Nacional de la Historia, 1993. T. IV. pp. 558-560.


[5] Bencomo Barrios Héctor, Los héroes de Carabobo. Caracas. Ediciones de la Presidencia de la Republica, 2004. Pp. 211-231.


[6] Pérez Omar Alberto, Rangel José Antonio, disponible desde: https://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/dhv/entradas/r/rangel-jose-antonio/


[7]Dávila Vicente, Próceres merideños… pp. 69-72.


[8] Febres Cordero Tulio, Rectificaciones históricas, natalicio y doctorado del coronel Rangel… pp. 302-303.


[9] AAM. Libro de bautizo de Sagrario. 1789. Disponible desde: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:S3HT-XCZ3-MP7?i=104&cc=1417520&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AVNGB-FC1


[10] Febres Cordero Tulio, Rectificaciones históricas, natalicio y doctorado del coronel Rangel… p. 303.


[11] Ramírez Méndez Luis Alberto, “La formación de la elite en el Real Colegio Seminario de San Buenaventura de los Caballeros de Mérida. 1782-1810, Procesos históricos. N.º. 21, enero-junio 2012, pp. 149-162.


[12]En el día 1 de octubre de 1806 profesó solemnemente Juana Paula de San Francisco yja legítima de Juan José Rangel y de Nicolasa Beserra besinos de esta ciudad con la lisencia que le concedió el Señor Provisor y Vicario General Doctor Don Ramón Ignacio Méndez, abiendo presedido los requerimientos que previene nuestra regla y estatutos, siendo de edad de 18 años y 8 meses yso la profesión en manos de la Muy Reverenda Madre Abadesa María Ygnacia de la Santísima Trinidad con asistencia del Señor Canónigo Prevendado Bachiller Don Mateo José Mass y Rubí”. Archivo Arquidiocesano de Mérida. Sección 45B. Libros Varios. Nº 147. Libro de toma de hábitos y profesiones de las señoras monjas del Convento de Santa Clara de Mérida. Acta de toma de hábito de Juana de San Francisco. Mérida, 1 de octubre de 1806. ff. 62r-v.


[13] Ramírez Méndez Luis Alberto, “De la tentación al pecado de la comida del Convento de Santa Clara de Mérida 1651-1874”, Ensayos Históricos. Anuario del Instituto de Estudios Hispanoamericanos. Vol. 20, N.º 20, 2008. pp. 41-56.


[14] Archivo General de la Nación Colobiana. Obras Pías. T. I. Anexos al cuaderno del cargo de los autos del Dr. Marcelino Rangel. Carta de poder. Mérida, 15 de abril de 1806. f. 647r-648v. y AGEM. Protocolos. T. LXXXVII. Carta de poder. Mérida, 15 de abril de 1806. ff. 147v.-148v.


[15] Castillo Lara Lucas Guillermo, La Grita una ciudad que grita su silencio. Historia del Espíritu Santo de La Grita. Caracas. Ediciones del Congreso de la República, 1981. pp. 170-171.


[16] Jáuregui Moreno Jesús Manuel, “Apuntes estadísticos del Estado Mérida”, Jáuregui Moreno Jesús Manuel, Obras Completas. San Cristóbal. Editorial Futuro, 1999. T. I. p. 112.


[17] Picón Parra Roberto, Fundadores, primeros moradores y familias coloniales de Mérida... T. IV. p. 560.


[18] Información facilitada por el genealogista Nelson Sanguinitti.


[19] Sánchez Néstor Abad, “La seducción de la patria. Intrigas y pasiones en la Campaña Admirable: mitos y realidades”, La Academia de Mérida en los 456 años de la ciudad. Mérida. La Academia de Mérida y Vicerrectorado Administrativo de la Universidad de Los Andes, 2014. pp. 47-81.


[20] Bencomo Barrios Héctor, Los héroes de Carabobo… pp. 212-213.


[21] Jáuregui Moreno Jesús Manuel, “Apuntes estadísticos del Estado Mérida” …T. I. p. 112.


[22] Castillo Lara Lucas Guillermo, La Grita una ciudad que grita su silencio... p. 191.


[23] Dávila Vicente, Próceres merideños… pp. 74.


[24] Jáuregui Moreno Jesús Manuel, “Apuntes estadísticos del Estado Mérida” ... T. I. pp. 114-115.


[25] Jáuregui Moreno J. M., Apuntes estadísticos del estado Mérida. Mérida... pp. 59-60; Dávila Vicente, Próceres merideños... p. 118.


[26] Bencomo Barrios Héctor, Los héroes de Carabobo… p. 214.


[27] Vivanco, Carlos A. (1970). "El batallón Numancia", Boletín de la Academia de Historia del Valle del Cauca. Vol. XXXVI. Nº. 153, Cali. pp. 121-153.


[28] Dávila Vicente, Próceres merideños… pp. 75.


[29] Bencomo Barrios Héctor, Los héroes de Carabobo… p. 215.


[30] Dávila Vicente, Próceres merideños… pp. 76.


[31] Santander Francisco de Paula, Santander ante la historia. (Apuntamientos para la historia de Colombia y la Nueva Granada). Bogotá. Editorial Incunables, 1983. p. 29


[32] Bencomo Barrios Héctor, Los héroes de Carabobo… p. 216.


[33] O`Leary Daniel Florencio, Memorias (Narración). Caracas. Imprenta Nacional, 1952. T. I. p. 557.


[34] Santander Francisco de Paula, Santander ante la historia... p. 30.


[35] Dávila Vicente, Próceres merideños… pp. 77.


[36] Bencomo Barrios Héctor, Los héroes de Carabobo… p. 216.


[37] Dávila Vicente, Próceres merideños… pp. 81.


[38] O`Leary Daniel Florencio, Memorias (Narración)... T. I. p. 543.


[39] Bencomo Barrios Héctor, Los héroes de Carabobo… p. 220.


[40] Bencomo Barrios Héctor, Los héroes de Carabobo… p. 221.


[41] Dávila Vicente, Próceres merideños… pp. 85.


[42] Bencomo Barrios Héctor, Los héroes de Carabobo… pp. 221-223.


[43] Jáuregui Moreno Jesús Manuel, “Apuntes estadísticos del Estado Mérida” ... T. I. pp. 118-119.


[44] El relato de los acontecimientos fue realizado por el general Pedro Briceño Méndez en un oficio dirigido al jefe del Estado Mayor, fechado a 1 de octubre de 1820, publicado por Tulio Febres Cordero. Febres Cordero Tulio, “Segundo paso de Bolívar por los Andes venezolanos”, Febres Cordero Tulio, Obras completas. Bogotá. Editorial Antares, 1960. T. II, pp. 314-316.


[45] Tulio Febres Cordero. Febres Cordero Tulio, “Segundo paso de Bolívar por los Andes venezolanos” ... T. II, pp. 314-316.


[46] Dávila Vicente, Próceres merideños… pp. 86-87.

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